El cielo nocturno es una cosa curiosa, y lo digo ‘desde dentro’ como astrotrastornado que soy.
A simple vista la estrella más brillante es Sirio, pero si pudiéramos ver en infrarojo tendríamos que rendirnos ante el brillo intenso de Betelgeuse.
Esta estrella de la constelación de Orión (en el extremo izquierdo de su ‘bracito’) es interesantísima, porque con toda la luz que nos llega de ella estamos muy convencidos de que realmente está muerta.
La luz que emite tarda tanto en llegar a nosotros que ahora mismo es altamente probable que hayan pasado muchos años desde que explotó en una gigantesca explosión que marca el final de la vida de una estrella, una supernova. Creo que con BioWare ha pasado exactamente esto.
Esta situación es punto y aparte de la racha de despidos en el sector de los videojuegos: una sangría gigantesca que llevamos viendo desde hace 3 años y que se debe al inflado por parte de accionistas, fondos de capital riesgo e inyecciones de dinero durante la pandemia de COVID-19*. Tras la pandemia el boom del sector empujado por los varios confinamientos no se convirtió en el nuevo estándar (como esperaba esta gente) y la única forma de recuperar la inversión en los estudios ha sido desmantelarlos cuando no han alcanzado sus locas previsiones de un muchillón de dólares de beneficios.
BioWare, sin embargo, estaba centrado en recuperarse tras sus dos últimos fracasos: Por un lado Anthem, un ‘Destiny-killer’ que no llegó a cubrir expectativas y que aun con sus muchísimos defectos y corta historia lo quiero muchísimo (hasta le hicimos un vídeo). El siguiente fracaso fue Mass Effect Andromeda, que salió siendo un cúmulo de fallos, bugazos y buenas intenciones que solo tras un largo tiempo pudieron arreglar (también lo jugué y también dejé mis impresiones aquí).
El apoyo económico por parte de Star Wars – The Old Republic, ese ‘viejo’ MMORPG que no crece pero se mantiene y – al parecer- sale rentable, se ha desvanecido de las cuentas al traspasarse a otro estudio. Aumentando la presión sobre el equipo de BioWare, .
Los fans estaban MUY a la espera del siguiente Dragon Age. Tras todo el lío de Inquisition y con una guía clara de lo que le gusta la gente tras el exitazo del Baldur’s Gate 3, junto con la década de desarrollo y estudio desde que se anunció tendrían que haberlo tenido fácil para saber como hacer un gran juego que les dejara con buen sabor de boca a todos, ¿no?
Pues… (y hablo desde el desconocimiento porque no he jugado a ningún DA) The Veilguard ha sido una decepción. Un Action RPG con demasiada Action y muy poco RPG, pocas decisiones que afecten al universo del juego, romances muy muy light y muy muy cortos han hecho que la esperada experiencia sea… insatisfactoria. Luego han llegado las puntuaciones, las bajas ventas (EA esperaba vender 3 millones de copias a los dos meses del lanzamiento… y solo han llegado al millón y medio), y los recortes.
Aparte de peregrinas ideas (y divertidas correcciones) la situación es la que es. BioWare, tal como lo conocemos no existe. Aproximadamente la mitad de la plantilla ha sido despedida o ha sido reubicada en otros grupos de EA… dejando a un estudio en los huesos para desarrollar su último intento de salir a flote… un Mass Effect 5 anunciado hace ya años, con un teaser muy misterioso y que no ha empezado a desarrollarse de verdad (según dicen).
Con tan poca gente, BioWare tendrá que externalizar gran parte del desarrollo de este juego a estudios externos, diluyendo aun más la magia que esperamos de la entrega de una saga con su punto algido en su segunda entrega.
De esta mítica empresa aún nos llega algo de luz, pero realmente sus componentes ya han sido dispersados a los cuatro vientos. Una lástima.
*[vacunáos, que ahora sea muy inocua no quiere decir que no exista. Y las vacunas funcionan, aunque a algunos no les guste la idea]